John Kramer, más conocido como Puzle, planificó el nacimiento de su hijo para el año del cerdo del zodiaco chino como un tributo a la fertilidad y el renacimiento; un nuevo comienzo para su mujer y para él, y el inicio de una vida dichosa para su hijo. Pero todos sus planes se fueron al traste la noche fatídica en que un drogadicto se coló en la clínica de su mujer para robar.
Este hecho le costó la vida a su hijo no nato, así que capturó al drogadicto y lo convirtió en su primer sujeto de pruebas. El Cerdo había cambiado para siempre. Se transformó en la personificación de la enfermedad que pudría el cuerpo de John, un recordatorio de que no somos más que carne a menos que trascendamos nuestros propios seres aferrándonos a la vida en las fauces de la muerte.
El Cerdo se convirtió en su estandarte, un agente de Puzle que le proporcionaba los sujetos de pruebas. Para los que las superaban, el Cerdo podía seguir representando el renacimiento en forma de aprendices o, incluso, discípulos de Puzle.
Ese fue el caso de Amanda Young, un alma atormentada cuya vida se reducía al dolor, tanto el que sufría ella misma como el que hacía padecer a aquellos que la rodeaban. Todo esto cambió al enfrentarse a la prueba y superarla. Al fin aceptó que su vida tenía valor, y se hizo devota de la causa, lista para tomar el relevo cuando el cáncer lo terminara de consumir.
Pero cada vez dependía más de John; sentía angustia por su muerte inminente y estaba convencida de que sus sujetos de pruebas jamás serían capaces de salvarse a sí mismos, de renacer en el crisol de las pruebas.
A cuenta de ello, John la hizo partícipe de un nuevo juego, una nueva oportunidad de salvarse a sí misma, pero Amanda permitió que la ira y los celos dominarán sus actos. No superó la prueba y, como consecuencia, recibió un balazo.
Mientras se desangraba en el suelo alicatado, la oscuridad tiñó su visión, acompañada por el misterioso crujir de unas ramas. Se despertó en un bosque, viendo el mundo de nuevo a través de los ojos de la Cerda. Estaba rodeada de árboles, que extendían hacia ella sus ramas desde todas las direcciones. El pánico se apoderó de ella y notó que su respiración reverberaba agitada dentro de la máscara.
¿Había sido condenada a pasar el resto de sus días en ese lugar, con ese disfraz ¿O se trataba de otra prueba? Quizá no había fracasado. John siempre iba un paso por delante de los demás, adelantándose a cualquier circunstancia, y jamás la dejaría de lado, ¿no?
Puzle ya no estaba, pero la había cedido a otra entidad. Un ser para el que volvería a ser la Cerda.
Al final, comprendió que sus decisiones habían sido acertadas. Se habían acabado los juegos. La redención no era una opción para ninguno de ellos. Al fin y al cabo eran carne, y la carne siempre muere.