Danny Johnson, conocido por algunos como Jed Olsen, cogió el periódico que estaba sobre la encimera. Era de hacía una semana, pero en la portada aparecía su cara, hundida y borrosa. Era una de esas tardes de bochorno de Florida en las que el calor y la humedad impregnaban toda la cocina, haciendo que fuera imposible no sudar. Se arrellanó en una silla húmeda a leer. Esperaba que el artículo fuera bueno, porque había hecho un trabajo excepcional en Roseville.
GHOST FACE DESAPARECE
18 de junio de 1993
A primera vista, Jed Olsen era un trabajador por cuenta propia modesto y entusiasta, con experiencia en varios periódicos pequeños. Al equipo de la Roseville Gazette le pareció muy sincero y buena gente, así que a los cinco minutos de entrevista ya había conseguido que lo trataran como a uno más de la familia:
"Jed localizó enseguida al redactor jefe, le dio un firme apretón de manos con una gran sonrisa en el rostro y habló de los buenos valores estadounidenses de toda la vida. Y eso fue todo, así nos ganó". (Excolaborador de la Roseville Gazette).
Olsen nunca justificó su errática trayectoria profesional, que se repartía entre varios pueblos desde Utah a Pensilvania. No se comprobaron sus trabajos anteriores. Tenía experiencia y buena actitud, y necesitaban a un colaborador cuanto antes.
LOS CRÍMENES DE ROSEVILLE
Olsen llevaba cinco meses trabajando en el periódico cuando comenzaron los crímenes de Roseville, en los que personas de todas las edades aparecían apuñaladas en sus hogares. Según los informes, parecía que el asesino elegía a sus víctimas al azar, pero conocía bien sus casas. Las múltiples puñaladas indicaban una motivación personal. No se encontraron rastros de ADN. La policía local estaba desconcertada, ya que los asesinatos se habían cometido con una ira semejante a la de un crimen pasional, pero se habían premeditado con frialdad.
Al asesino también le gustaba acechar a sus objetivos. Unos días antes de su muerte, dos víctimas habían denunciado que una figura negra las había seguido cuando volvían a casa. El asesino las seguía desde el Walleyes, un pequeño bar al norte de Roseville, y les hacía fotos cuando estaban en casa, mientras buscaba una forma de entrar. Podía pasarse semanas enteras vigilando a sus víctimas, registrando con meticulosidad sus hábitos y costumbres. Cuando sentía la pulsión de matar, iba a la casa de la víctima más vulnerable de su lista y se colaba en ella sin hacer ruido.
Todo el equipo estaba trabajando en la historia de los crímenes de Roseville. A menudo mandaban a Olsen a entrevistar a las familias de las víctimas y a cubrir las declaraciones oficiales de la policía. En esa época nadie lo sabía, pero su implicación aumentó el número total de muertos.
GHOST FACE
En Roseville cundió el pánico cuando Olsen grabó a una figura encapuchada colándose en una casa por la noche. Su cara enmascarada, una mancha blanca en la oscuridad, miró un segundo a la cámara antes de desaparecer en el interior. A raíz de este hecho, Olsen escribió el artículo "Ghost Face capturado en vídeo". Parecía orgulloso de su trabajo, contento de ver a toda la ciudad aterrorizada con sus historias de fantasmas.
Semanas después, Olsen dejó una nota en su escritorio y desapareció:
"Espero que os hayan gustado mis historias tanto como yo he disfrutado haciéndolas realidad. No os preocupéis, aún no he terminado". (Jed Olsen)
Las fuerzas del orden de Roseville se niegan a hacer declaraciones incluso a día de hoy, y Jed Olsen sigue en libertad.
Danny sonrió mientras arrancaba el artículo del periódico. Cuando la investigación apuntó hacia él, hizo las maletas y se fue pitando de Roseville.
Se levantó de la silla, que se le había pegado a la piel. Una humedad agobiante lo envolvía al entrar en la habitación. Gotas de condensación se deslizaban por una pequeña ventana empañada, y de la pared colgaban trozos rasgados del empapelado. El estampado floral estaba cubierto de fotos horripilantes y titulares de periódicos. Danny clavó el artículo encima de una foto de cueros cabelludos lacerados. Sintió una pequeña punzada de hambre y se preguntó cuándo había comido por última vez. ¿Había sido esa mañana, mientras lavaba el cuchillo y la ropa ¿O la noche anterior, después de seguir a aquella chica calle abajo? No lo recordaba bien.
Dio un paso atrás para admirar su obra en la pared. Se recreó recordando todos los artículos que había escrito, todas las historias que había planeado y las escenas a las que había dado vida.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Una fría brisa transformó la humedad de la habitación en una niebla opaca y helada. Una mujer chilló. Hojas muertas crujieron bajo sus pies.
Sonrió expectante.