Sadako Yamamura es una onryō poderosa y despiadada que había sido la hija de una médium muy famosa de Izu Ōshima, Japón.
Su madre dejó muchas dudas en el aire. En su pueblo natal, a los marineros no les gustaba que su madre se pasase días enteros en la playa, mirando fijamente las olas. Algunos decían: "Si sigues jugando en el agua, el monstruo vendrá a por ti".
Sadako nació nueve meses después. De pequeña, era prácticamente imposible controlar sus poderes y la ira la dominaba. Esto quedó patente cuando fue incapaz de controlar su ira durante una demostración pública de los poderes de su madre. Cuando un periodista acusó a su madre de ser una timadora, los poderes de Sadako emergieron y el periodista cayó desplomado al suelo, muerto.
Después de aquel momento, las cosas fueron a peor. Su madre falleció, y poco después, Sadako fue conducida a un pozo viejo y ruinoso. Cuando se acercó al borde, una sombra alargada se abalanzó sobre ella. Al darse la vuelta, sintió un dolor repentino golpeándole en la cabeza, abriéndosela. La vista empezó a fallarle y perdió el conocimiento poco a poco. Sintió cómo dos manos la empujaban hacia el interior del pozo.
Cuando cayó hacia el fondo, el dolor en su cabeza era prácticamente insoportable. Se escuchó un chirrido desde arriba y la oscuridad se apoderó del pozo. La luz desapareció, como si se hubiera producido un eclipse en mitad del día.
Sentía un dolor espantoso por todo el cuerpo. Cuando miró hacia arriba, vio la única salida posible, así que clavó las uñas en el suelo embarrado y empezó a reptar lentamente por la piedra. Intentaba agarrar las piedras para subir, pero apenas tenía fuerzas. Cada vez que subía unos pocos centímetros, los dedos le resbalaban por la húmeda pared y terminaba cayendo otra vez. Los dedos le sangraban profusamente y la áspera piedra le destrozó las uñas y la carne de debajo. Y, a pesar de todo, lo intentó una y otra vez.
Pasaron décadas y aquel lugar se convirtió en un complejo turístico. Encima del pozo se había construido una cabaña de madera. Cuando alguien decidió hospedarse allí, Sadako aprovechó la oportunidad para vengarse: reunió todo su poder del nensha o fotografía psíquica, y proyectó una horrible maldición en una cinta de vídeo que mataba a quien la viera siete días después.
Su ira se comparaba a las olas de un mar furioso, violento y despiadado. Mientras se sumergía en una ira inmensurable, una niebla negra se arremolinaba bajo sus pies. El sonido de las olas chocando resonaba en el viejo pozo de piedra.
De repente, una ola destrozó las paredes de la cabaña, convirtiendo los troncos en una corriente de lodo y suciedad que inundó el pozo y se tragó a Sadako.
Cuando abrió los ojos, se vio en una playa abandonada. Tenía frente a ella un enorme océano tempestuoso, y una niebla negra y espesa acariciaba la superficie del agua.
Sadako caminó hacia una ola y desapareció lentamente en aquella niebla opaca.