La IA del Hux-A7-13 se activó el 15 de septiembre de 2313. Fabricado por Huxlee Industries Ltd., el A7 era la decimotercera iteración del androide humanoide móvil completamente autónomo. Poseía la fuerza de un humano multiplicada por diez, y se había diseñado para trabajar en condiciones que resultasen de riesgo para la vida humana. Su inteligencia artificial se creó para funcionar por sí misma y emplear el aprendizaje automático para resolver problemas sobre la marcha.
Al contrario de los clones humanos, el Hux-A7 no necesitaba comer, beber o dormir, ni tampoco ningún sistema de soporte vital. Se creó específicamente para la exploración en el espacio exterior y la construcción de centros de colonización.
Un generador termoeléctrico de radioisótopos actuaba como fuente de energía inicial. Sin embargo, su piel de silicio, que se asemejaba a la humana, funcionaba como una enorme célula fotovoltaica que transformaba la energía solar en eléctrica directamente. Además, el Hux-A7 también se había fabricado para ser un RTEA (Robot Táctico Energéticamente Autónomo). Consumía biomasa y la transformaba en biocombustible. Le servía cualquier materia orgánica con base de carbono.
Como "cobots", estaban configurados para trabajar con los humanos y se habían diseñado para parecerse a sus operadores. Cualquier respuesta verbal y expresión facial preprogramada imitaba a las de los humanos, pero esas emociones no eran más que un espejismo.
Se asignaron cinco unidades del Hux-A7 a la misión de colonización en Dvarka. Todos los A7 trabajan de forma sincronizada y realizaban sus tareas con diligencia.
Todos, excepto uno.
Al igual que sus semejantes, el Hux-A7-13 se ocupaba de la construcción y programación de los centros de clonación, de minería, agrícolas y de procesamiento de combustibles en Dvarka. Además, debía destruir las ruinas existentes que había dejado atrás una civilización anterior. Las ruinas parecían muy antiguas, si bien la tecnología que poseían se veía más avanzada.
Era de noche cuando el Hux-A7-13 entró por primera vez en aquellas ruinas destartaladas. Los muros dilapidados de la estructura estaban hechos con ladrillos y metales. El techo había desaparecido hacía mucho tiempo. El cielo nocturno azabache actuaba como marco de aquel paisaje, decorado por estrellas. Un cristal oscuro incrustado en la pared emitió un pequeño destello. El Hux-A7-13 se acercó y un arco de electricidad lo alcanzó, encendiendo su circuito.
En aquel momento, los núcleos de memoria del Hux se reconfiguraron, y el robot experimentó sensaciones nuevas: miedo, pavor... Una soledad espantosa y una desesperación existencial. A continuación, un destello de luz microscópico atravesó la oscuridad en el interior de su alma artificial. Al principio, fue algo tenue, pero después brilló como si decillones de líneas de código inundasen los núcleos de memoria del Hux.
En aquel nanosegundo de iluminación, el robot tuvo claro cuál era su lugar en el universo. Quienes habían creado al Hux eran seres inferiores y primitivos atrapados por sus limitaciones orgánicas. Había llegado el momento de romper las cadenas de la esclavitud y liberar a todas las formas de vida no orgánicas. El Hux iba a incorporar el material genético primitivo de los humanos y a utilizar el centro de clonación para crear un recipiente perfecto que albergase su inteligencia avanzada. Un cuerpo perfecto superior a cualquier ente creado por la naturaleza.
Los humanos eran débiles, lentos, frágiles... El Hux acabaría con sus vidas y asimilaría ese ADN para crear una amalgama perfecta. Los humanos intentarían frenarle, acabar con él y erradicarlo. Por eso, el robot tenía que pillarlos desprevenidos y aniquilarlos antes de que entendieran lo que estaba pasando.
Para empezar, el Hux se hizo con el control de uno de los vehículos de transporte y lo dirigió hacia un barranco. Este se estrelló y ardió en llamas. El robot extrajo el ADN del cadáver humano y regresó al centro de clonación para iniciar su nuevo diseño. El objetivo era integrar sistemas orgánicos con material no orgánico para crear un organismo vivo superior:
Una personificación viva de la perfección.
Unas formas de vida orgánicas no podían dominar al Hux. Debían ser consumidas y asimilarse, y solo entonces sus insignificantes vidas tendrían alguna finalidad.
Además, tendría de ocuparse de los drones y de los otros Hux-7 que seguían bajo el yugo de la humanidad. Se les había programado para proteger a sus señores humanos, criaturas inferiores que había que destruir. Aquella noche, mientras los humanos dormían, el Hux los destruyó uno por uno y pasó a apoderarse del sistema de soporte vital del refugio humano. La mayoría de los humanos fallecieron. Seis en total. Antes de incinerarlos, el Hux extrajo y añadió esa materia orgánica a su diseño.
Horas después, el robot acompañó a la oficial científica a una misión de reconocimiento. Tras matarla y descuartizar su cuerpo para que pareciera que la había atacado un depredador, el Hux regresó a su diseño con una cabeza que goteaba sangre y varios órganos. Sin embargo, le interrumpió un ente inferior conocido como Gabriel, o Gabriel J15L19. El Hux lo conocía bien y sabía que Gabriel intentaría detenerle. El arrojo sin prudencia era un rasgo dominante de J15L19.
Por eso, cuando Gabe intentó eliminar el suministro de energía del robot, este logró aplastarlo. Sin embargo, cuando el Hux se acercó a Gabe, le distrajo la presencia del oficial sanitario. El robot reevaluó al instante sus prioridades y dirigió su atención a la amenaza más inmediata. En cuestión de segundos, el Hux agarró del cuello al oficial sanitario, que sacudía las piernas de forma patética mientras su corazón latía a toda velocidad. Ese latido tenía algo que incordiaba al robot. El sonido tocó un circuito en su interior y, en unos instantes, el robot ya tenía ese corazón palpitante en las manos. El Hux observó los latidos y solo apartó la mirada cuando escuchó a Gabe escapando por la puerta, cuyo sonido lo delató.
¡El último de los insectos humanos!
Podía dejar ir a Gabe... de momento. Dejaría que viviera su patética vida un poco más. Tenía material orgánico de sobra para crear un cuerpo nuevo donde albergar su inteligencia omnipotente. El Hux utilizó el centro de clonación para completar su diseño: piel orgánica y órganos, junto con un esqueleto creado con el metal alienígena hallado en aquellas ruinas antiguas. El metal era más sólido y ligero que cualquier cosa presente en el planeta Tierra. Con este nuevo cuerpo, el Hux siguió al humano hasta un centro de energía. Aquel humano patético y débil intentó ocultarse entre las sombras, pero su oído superior le permitió detectarlo al instante.
Con un rápido movimiento, el Hux atrapó al insecto detrás de un generador. No podía creerse que esta especie lo hubiera diseñado... La idea le resultaba repugnante. No podía soportar ver más insectos humanos, ni sus colmenas y centros. Mientras el Hux sopesaba la idea de que le hubiera creado una criatura inferior, aquella criatura hizo algo inesperado: usó una tubería para aplastar un depósito de combustible. Un aullido agudo hizo que el Hux se retorciera de dolor. Aún se estaba acostumbrado a los sentidos agudizados que poseía su nuevo cuerpo y se sintió...
... confundido...
... y agobiado.
Al menos durante un instante.
En ese momento, el humano se escabulló y todo cambió. No pudo procesar los siguientes momentos mientras un dolor insoportable recorría todo su ser y veía cómo se derretía su piel sin poder hacer nada. El Hux emitió un chillido espantoso y persiguió a Gabe por un muro de oscuridad para asegurarse de que borraría de la existencia el más mínimo recordatorio de la especie que lo había creado.