De niño, Yoichi mostró interés en todo lo sobrenatural cuando una maldición inexplicable acabó con la vida de sus padres. De adulto, se graduó con honores en Biología Marina en una universidad de Tokio. Siguiendo los pasos de su padre, se convirtió en el profesor más joven en la historia de la facultad. Sin embargo, su carrera comenzó a revelarse cuando dos de sus alumnos desaparecieron durante una investigación en Izu Ōshima. La mera mención de este lugar despertaba recuerdos muy dolorosos para él. Unos recuerdos enterrados en el fondo del subconsciente comenzaron a emerger de las empantanadas profundidades de su mente, que proyectó rostros borrosos, muecas espantosas y muertes inexplicables. También los gritos de la gente, llamándole "monstruo". Y, de repente..., el monstruo..., Sadako brotó del abismo para confirmarle que la maldición aún seguía viva. De hecho, nunca terminaría.
Yoichi gritó, cerró los ojos con fuerza y dejó que el miedo abandonara su cuerpo lentamente. Cuando volvió a abrir los ojos, Sadako ya no estaba, pero algo había regresado. Algo espantoso, algo que no era de este mundo. Sentía una presencia incómoda envolviéndolo, respirando con intensidad, como el mar agitado. ¿Era Sadako atormentándolo ¿Era un espíritu que quería advertirle de algo o se trataba de otra cosa? Algo que consumía a la gente, que hacía que desaparecieran... Yoichi no estaba seguro. Se había pasado toda la vida intentando comprender su don psíquico y lo sobrenatural. Su instinto le decía que las respuestas estaban relacionadas con el agua. Al fin y al cabo, había dedicado su vida al estudio de vida inteligente y de reinos inexplorados en el océano. Quizá tendría que reajustar su definición de "inteligente"... o su definición de "vida".
Ansioso por conocer la verdad, Yoichi se sumergió en una investigación que lo llevó por la parapsicología, la criptozoología, la teología y el folclore. Conforme ampliaba sus conocimientos, la gente se burlaba y se apartaba de él. Yoichi, que había sido considerado un joven prodigio, ahora quedaba reducido a un molesto excéntrico. En cuestión de meses, la universidad lo rescindió del cargo. Yoichi decidió probar suerte y trabajar en otras universidades, pero ninguna facultad de prestigio de Japón lo aceptaba. Como último recurso, intentó buscar empleo en los medios de comunicación, y el destino quiso que la empresa donde su madre trabajó de periodista accediera a financiar su investigación a cambio de artículos y los derechos para publicar su historia.
Durante estos tiempos tan difíciles, el padre de Yoichi volvió a aparecérsele: el espíritu le animaba discretamente a continuar el camino que había escogido. Mientras trabajaba incansablemente en su pequeño apartamento de Tokio, inició una colaboración con otros investigadores paranormales. En meses, encontró una historia muy similar a la desaparición de sus alumnos: cuatro "vloggers" habían desaparecido misteriosamente cerca de un faro, en Escocia. Yoichi sintió la necesidad imperiosa de hacer algo y tomó el primer vuelo con destino a Glasgow. Un profesor de una universidad escocesa había llegado a las mismas conclusiones que él hacía 70 años, cuando el miembro de un equipo de grabación desapareció cerca del mismo faro. Había una especie de inteligencia en el agua..., era una oscuridad que lo llamaba desde el mar, como una sirena antigua. Mientras Yoichi examinaba los datos de la investigación, su padre apareció de repente para confirmarle que iba por buen camino.
Guiado por su padre, Yoichi alquiló un bote de pesca y se dirigió a un pequeño archipiélago conocido como los Siete Cazadores. La noche los recibió justo cuando llegaban a las islas. Hoy en día, el faro se controlaba de forma automática y remota, y su luz aparecía y desaparecía ante sus ojos como una estrella agonizante. El océano comenzó a agitarse violentamente, los rayos iluminaron el cielo y el pescador le rogó a Yoichi que dieran media vuelta, pero este se negó. Estaba demasiado cerca y no iba a detenerse. Mientras discutían, el océano seguía embravecido y sacudía el bote. De repente, una ola gigante levantó el barco a la altura de una casa y lo aplastó contra unas escarpadas rocas.
Después de eso, Yoichi no recordaba gran cosa, solo haberse caído en el agua. Recordaba haber nadado a tierra firme y ver a su padre de pie, en la galería del faro, llamándolo con un gesto para que entrara. Recordaba haber atravesado una niebla negra y espesa mientras subía las escaleras, y también ver cómo el agua subía con cada paso que daba, hasta que se lo tragó la espumosa boca de aquel océano furioso.